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Sirenas

  El mar y yo siempre hemos tenido una conexión especial. Yo solía vivir en un pueblo cerca de la costa cántabra, hasta que cuando era muy pequeña, tuve que irme a otra ciudad a empezar otro estilo de vida, en el que no veía la amplitud del mar cuando me asomaba a la ventana. Sentía que me ahogaba. Por eso, cuando volvía al pueblo, recuerdo correr todas las calles hacia la orilla, despojándome de todas mis prendas de abrigo, descalzándome sin importar en dónde acaban aquellas botas, sin notar que la arena quemaba… Allí estaba, como siempre, mi alivio: mi mar. Aquel verano yo cumplía 10 años, y recuerdo que no paraba de decir que lo tenía que celebrar por todo lo alto, porque era “mi primera cifra doble”. Ahora, que mi hijo mayor tiene 9, recuerdo esa frase con mucho cariño. Mis padres decidieron celebrarme una fiesta en la playa para compartir un rato con mis amigos del pueblo. Haríamos diferentes actividades, como buceo, surf y montar en kayak. La emoción que sentía aquel día vi

90 minutos.

Cuando yo tenía 4 años, el abuelo vino a vivir a la ciudad con nosotras. Mamá y yo estábamos solas, y él también. La decisión que él tomó junto a mi madre fue de ayuda mutua, de mitigar la soledad y ayudarnos a subsistir viviendo los tres juntos. El día que se mudó a mi casa, yo estaba emocionada. Recuerdo haber bajado las escaleras de casa con rapidez cuando escuché el claxon de aquel coche que conducía en ese momento, el cual, más de 16 años después, conservo en casa como si fuera un tesoro. Ayudé a mi abuelo a bajar las cosas del coche, y encontré una vieja pelota, que solía ser roja, pero estaba sucia. Me adivirtió que no la tocase, que él lo haría y la limpiaría para que pudiese jugar con ella. Yo obedecí, y aunque pasamos aquella mañana colocando las cosas en su habitación, lo que yo quería era terminar pronto y jugar con aquella pelota en compañía de mi abuelo. Abuelo era muy bueno jugando al fútbol. Aquella tarde nos entretuvimos en el patio de casa. Yo  me enfadaba, porque era

"Huida", para Clara Campoamor. - Marta López Nazco.

  “Clara, tienes que quitarte esas ideas de la cabeza”.   No, son aquellos que me ven como inferior los que tienen que hacerlo. Papá murió cuando yo era pequeña. Él era contable. Mamá era costurera. Y yo, con solo diez años, me vi obligada a abandonar mis estudios para poder salir adelante junto a ella. Viví en Zaragoza y en San Sebastián, y trabajé muy duro para poder volver a Madrid, para estar en casa de nuevo. Tuve la suerte de llegar a ser una de las primeras mujeres abogadas de la época. Y yo me preguntaba: “si pude armarme de valor para marcharme, si tuve que trabajar tan duro, si he conseguido sola todo esto demostrando toda mi valía… ¿Por qué mi palabra vale menos, por qué mi poder de decisión no era el mismo que el de otros? Soy mujer, y soy igual de valiente que cualquier hombre. No tengo miedo a alzar mi voz cuando alguna injusticia intenta hacer sombra en mi vida o en mi entorno. Algunos pueden haberme tachado alguna vez de loca, de revolucionaria, o usar acompañad

"Yo quiero ser como mamá". - Marta López Nazco

“Yo quiero ser como mamá”. Eran las palabras que más salían de mi boca cuando era pequeña, o eso solía decir mi padre cuando hablaba con orgullo de mí.   Y mamá también sonreía al escuchar como lo decía. Ella estaba encantada de que yo quisiera dedicarme al deporte de manera profesional.   Si yo pude hacerlo fue porque, en su época, ella fue la que abrió la puerta a toda mujer que amara el tenis como ella lo hacía. Charlotte Cooper. Chattie, para todos los que la vieron crecer pegada a una raqueta. ¡Cuántas veces tuvo que escuchar mamá que sus sueños de jugar al tenis eran solo eso! Absurdos sueños… Pero ella no se dejó vencer, siguió creciendo, mejorando… Y tenía 23 años cuando consiguió su primer título absoluto. Por aquel entonces, el deporte era algo dominado por una supremacía masculina que ella catalogaba como absurda. Ella sabía que era válida, y aunque su oportunidad llegó tarde, cuando la pudo agarrar, no la soltó. Se aferró a ella. Cuando el año 1900 llegó, y en los Ju